Jordi Pla Sabaté es un diseñador industrial nacido en Barcelona en 1979, con una trayectoria que destaca por su enfoque sensible, funcional y profundamente humano del diseño. Se formó en diseño de producto en la escuela EINA de Barcelona y amplió sus estudios en Suiza, especializándose en lujo y artesanía en una de las escuelas más reconocidas de Europa.
En 2011 fundó su propio estudio en su ciudad natal, desde donde ha desarrollado productos para marcas internacionales como WMF, Vacheron Constantin, Normann Copenhagen, Baccarat, Estiluz y Lékué, entre muchas otras. Sus diseños, que van desde lámparas hasta mobiliario urbano, combinan creatividad, técnica y respeto por los materiales y los procesos de fabricación.
Jordi ha sido reconocido con importantes premios de diseño, tanto nacionales como internacionales, y sus obras han sido expuestas en museos y ferias de gran prestigio. Además, dedica parte de su tiempo a la enseñanza, compartiendo su experiencia con nuevas generaciones de diseñadores en varias escuelas y programas universitarios.
Conversamos con Jordi sobre su trayectoria, su forma de entender el diseño y los desafíos que enfrenta el sector hoy.
Entrevista a Jordi Pla Sabaté
¿Qué le llevó a convertirse en diseñador de productos y muebles para la casa?
Al finalizar mi grado en Diseño de Producto en la Escuela Eina, realicé mis prácticas en el estudio de André Ricard. Además de aprender y compartir su forma de entender el diseño, mis primeras experiencias estuvieron vinculadas a productos funcionales fabricados mediante inyección de plástico. Por ello, me sentí atraído por el menaje de cocina, fascinado por las posibilidades de innovación tanto a nivel funcional como formal.
Considero que mi transición hacia el sector del mobiliario y la iluminación ha sido una evolución natural como diseñador de autor. La mirada personal y la interpretación propia de los objetos encuentran su sentido en estos ámbitos, donde la diversidad de propuestas exige diferenciarse y aportar nuevas soluciones y posibilidades.
¿Qué tiene que tener un diseño para convertirse en un éxito?
El éxito de un producto lo determina el público. Con todos los clientes con los que colaboro, buscamos siempre crear productos que aporten innovación, que por su esencia simple perduren en el tiempo, que reduzcan su impacto medioambiental, que logren seducir al mercado y que cuenten con un precio justificado.
Creo firmemente que la capacidad comercial, comunicativa y productiva de la empresa es determinante para así diseñar propuestas verdaderamente transgresoras que impacten y perduren en el mercado. Sin dudas, son los factores fundamentales para que un producto se convierta en un hito.
Sin embargo, también creo que las circunstancias y la suerte juegan un papel clave en que un producto exitoso llegue a ser verdaderamente popular.

Has mencionado que en tu estudio se «reinventa el método de diseño» para crear nuevas historias en torno a los materiales, procesos industriales y expresión artística. ¿Podrías contarnos cómo es ese proceso en la práctica y qué lo diferencia del enfoque tradicional del diseño de producto?
Mi método de abordar los proyectos es variable. Me gusta iniciar el proceso a partir de inspiraciones o inputs que, aparentemente, no están directamente relacionados con la tipología del producto al que va dirigido el proyecto. Estas influencias pueden surgir de experiencias previas, desde la reflexión o de la simple observación del entorno.
El método consiste en conectar esos estímulos como si se tratara de un mapa mental. Esta forma de trabajo me permite mantener una mayor flexibilidad y construir un relato multidireccional más sólido y genuino en torno a cada proyecto. Por ejemplo, la lámpara Wire nació a partir de un estudio sobre articulaciones magnéticas; la silla Nest surge de la observación y comprensión de la estructura de los pétalos de una flor; la lámpara Côte se basa en una textura muy específica del mundo de la relojería; y el banco Mom parte de la idea de aligerar la estructura mediante un árido especial como el UHPC.
¿Cuál es, de entre todos los productos que ha diseñado, del que se siente más satisfecho?
Es difícil de decir, porque todos mis objetos son parte de una cadena de aprendizaje y evolución. Los productos que más han influenciado son el OVO de Lékue, Multiabridor de WMF, Banco Mom de Escofet 1886, lámpara Wire de Milan Iluminación, la silla Nest de Sellex y la lámpara Bird que he diseñado para la empresa italiana KDLN.

Ha trabajado para marcas tan diversas como Baccarat, Vacheron Constantin, WMF o Remy Martin. ¿Cómo adaptas tu visión creativa a industrias tan distintas sin perder tu identidad como diseñador?
Básicamente, con cada cliente soy muy concreto en la fase de investigación, con el objetivo de identificar propuestas de valor específicas. Esto me permite generar conceptos que conectan con el saber hacer y la identidad de la compañía.
Durante la fase de ideación aplico mis propios patrones y recursos técnico-formales, siempre con la intención de lograr un equilibrio entre estética y funcionalidad. Cada decisión en mis piezas está justificada; para mí, el diseño es un juego en el que nada puede ser superfluo.
¿En qué se inspira? ¿Dónde encuentra la inspiración?
Mi fórmula para encontrar la inspiración parte del entusiasmo y la intuición. La capacidad de observación, junto con un sólido trasfondo técnico y cultural, son fundamentales para desentrañar ideas interesantes que surgen al analizar un mismo concepto desde distintas perspectivas.
¿Cómo es un día de trabajo en su vida?
Soy bastante rutinario: por las mañanas suelo planificar el día y responder correos, y poco a poco voy entrando en las tareas más creativas o de desarrollo. Acostumbro a trabajar en dos o tres proyectos a la vez; necesito alternar entre distintas tareas durante el día, es mi forma de evitar el aburrimiento y mantenerme activo mentalmente. Por suerte, cuento con la compañía de mi perrito Randy, que forma parte de mi día a día.

¿Cuál cree que va a ser la pieza de esta temporada?
En el sector de la iluminación creo que se van a presentar más sistemas lumínicos. Es esta clara fusión entre sectores del contract, técnica y decoración.
¿Cómo ve el futuro en el mundo del diseño de mobiliario?
El futuro del diseño debe ser esencialista, honesto y disruptivo. En los sectores contract, técnico y decorativo, cada vez aparecen más productos que fusionan estos tres segmentos. Esto da lugar a soluciones híbridas, funcionales y adaptadas al entorno, que responden con precisión a las necesidades y gustos del usuario actual.
¿Con quién le gustaría trabajar?
Me gusta trabajar con clientes donde se establece una relación de complicidad y confianza. El proceso de diseño se vuelve mucho más comprometido y apasionante. En mi experiencia, esto genera un escenario que me permite disfrutar del proceso y dar ese extra que evoca a proponer ideas con mucho potencial.
Si no hubiera sido diseñador, sería… cocinero o pastelero.
Para conocerle mejor:
Un color: rojo
Un material: PLA
Un diseñador al que admire: André Ricard, Miguel Milà, Antoni Arola, Jordi Blasi, Nahtrang, Daniel Rybakken, Nendo, Konstantin Grcic, Cecile Manz, Erwan Bouroullec, Barber Osgerby. Hay mucho talento.
Una pieza que le inspire: Las herramientas en general son un claro ejemplo de buenos productos. Son objetos de base esencial pensados para una función muy específica. Por eso perduran en el tiempo y mantienen su esencia tal como fueron concebidas. Esa es la verdadera belleza.
Su rincón favorito de la casa: La biblioteca.
Un lugar donde vivir: En el Pirineo del Pallars, conectado con la naturaleza.
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